Al ponerte ante una o varias personas para exponer tus argumentos,
¿TE SUCEDEN UNA O VARIAS DE ESTAS COSAS?
- No tienes un método concreto y tangible.
- No tienes la sensación de ser escuchado como te gustaría.
- No logras convencer a tu audiencia de que tenga en considereación tus recomendaciones o lecciones.
- Cuando acaba tu exposición, no te compran tus argumentos.
- Tu mente genera ruido alternativo que te sabotea la disertación, distrayéndote.
- Crees que el manejo de los tiempos y la estructura podría ser mejor.
- Notas timidez, en mayor o menor medida.
- No disfrutas como un niño en pleno juego.
- No logras monetizar tu exposición (entendiendo por moneda, lo que sea que busques a cambio por parte de tu audiencia).
Y no sólo le ocurre en profesionales por cuenta propia. Cambia “clientes” por “contrataciones” y verás que todo esto es extrapolable a trabajadores por cuenta ajena, salvo que tratemos el sector funcionarial, que no es el caso.